Uno de los aspectos más críticos a la hora de contratar un seguro empresarial es la forma en que se determina el capital asegurado. Dentro de las distintas posibilidades, el «valor de nuevo» aparece con frecuencia como una opción atractiva, pero también confusa para muchas empresas. La decisión de aplicarlo o no puede marcar la diferencia entre una indemnización justa o una protección costosa e ineficaz. Y, sin embargo, es habitual que esta cláusula se firme sin una comprensión real de sus implicaciones.
El valor de nuevo hace referencia a la reposición de un bien sin depreciación por uso o antigüedad. Es decir, en caso de siniestro, la aseguradora indemnizará lo suficiente como para adquirir un bien equivalente, nuevo, con las mismas características que el dañado o destruido. Suena bien, pero no siempre es tan sencillo ni tan ventajoso.
Muchas empresas contratan esta cobertura sin analizar si realmente se adapta a su operativa, su situación fiscal o la naturaleza de sus activos. Otras creen que están cubiertas a valor de nuevo cuando, en realidad, su póliza incluye limitaciones, condiciones suspensivas o cláusulas poco claras. En cualquiera de los casos, la falta de un asesoramiento técnico puede derivar en problemas de infraseguro, sobrecostes innecesarios o indemnizaciones muy inferiores a las esperadas.
¿Qué implica realmente asegurar a valor de nuevo?
Es una opción común en activos como maquinaria, equipos industriales, mobiliario o instalaciones, donde el valor de uso supera con creces su valor contable.
Sin embargo, hay un matiz importante: para que se aplique esta cláusula, deben cumplirse condiciones muy específicas que, si no se respetan, pueden anularla de facto. Algunas de las más frecuentes son:
- Que el bien se reemplace efectivamente en un plazo determinado (normalmente 6 a 12 meses).
- Que el bien no tenga un grado de obsolescencia elevado o no sea técnicamente reemplazable.
- Que no existan límites máximos de indemnización o fórmulas proporcionales en caso de infraseguro.
Además, no todas las compañías aplican la misma interpretación ni ofrecen condiciones homogéneas. La redacción de la cláusula, su encaje dentro de la póliza y la coherencia con el valor declarado son elementos que deben analizarse con rigor antes de asumir que el valor de nuevo es la mejor opción.
¿Cuándo se debe asegurar un bien a valor de nuevo?
El valor de nuevo puede ser muy útil cuando los activos asegurados tienen una vida útil larga, un uso intensivo y un coste de reposición alto. Es decir, cuando una eventual indemnización basada en el valor real (de mercado o contable) sería insuficiente para restablecer la operativa del negocio.
Por ejemplo, maquinaria industrial que sigue funcionando bien tras varios años, pero que en libros ya está prácticamente amortizada, o sistemas tecnológicos que requieren una reposición inmediata en caso de avería. En estos casos, el valor de nuevo protege la capacidad productiva y evita que la empresa tenga que afrontar una parte significativa del coste por su cuenta.
También puede ser útil para bienes adquiridos recientemente que aún no han sufrido una depreciación significativa, pero cuya sustitución podría suponer un gasto imprevisto.
Eso sí, para que sea eficaz, el capital asegurado debe calcularse correctamente y tener en cuenta el precio actualizado del bien nuevo, incluyendo los costes de instalación, transporte, impuestos y cualquier otro factor que influya en su disponibilidad operativa.
¿Cuándo no es conveniente asegurarlo?
Asegurar a valor de nuevo no siempre es la mejor estrategia. En algunos casos, puede suponer un sobrecoste importante en la prima sin un retorno real en términos de cobertura.
Esto ocurre, por ejemplo, con bienes que no serían reemplazados en caso de siniestro, ya sea porque han quedado obsoletos, porque su valor de reposición supera su utilidad real o porque la empresa ha previsto su sustitución por otro tipo de activo. También en casos en los que la empresa no dispone de capacidad financiera o logística para reponer los bienes en los plazos exigidos por la póliza, lo que anularía el efecto de la cláusula.
Además, en determinadas estrategias fiscales o contables, puede no interesar declarar un capital asegurado tan elevado. Algunas empresas prefieren trabajar con valores ajustados, alineados con su balance o con el criterio de valor real, para reducir la carga aseguradora y no distorsionar su contabilidad.
En estos escenarios, una cobertura basada en el valor real o incluso una fórmula mixta puede ser más adecuada, siempre que esté bien estructurada y acompañada de mecanismos de actualización periódica.
El error de declarar mal el valor asegurado
Uno de los errores más comunes en la contratación de seguros empresariales con cláusula de valor de nuevo es declarar un capital asegurado inferior al coste real de reposición. Esto puede ocurrir por desconocimiento, por utilizar datos contables desactualizados o simplemente por intentar reducir el importe de la prima. Sin embargo, cuando se produce un siniestro, la aseguradora puede aplicar la regla proporcional, indemnizando solo la parte correspondiente al valor declarado. Esto supone, en la práctica, un infraseguro.
También puede darse la situación inversa: declarar un valor excesivo, lo que encarece la póliza innecesariamente sin generar un beneficio adicional, ya que la indemnización máxima estará limitada al coste real de reposición. Por eso, el cálculo del valor asegurado debe ser técnico, actualizado y coherente con la realidad del activo.
Además, hay que tener en cuenta que la inflación, la evolución del mercado o los cambios en los costes de producción pueden hacer que el valor de nuevo cambie en periodos relativamente cortos. Una póliza no revisada durante años puede quedar desajustada y generar problemas tanto de infraseguro como de primas infladas.
El papel de la correduría en la aplicación de esta cláusula
Una correduría especializada es clave para ayudar a las empresas a decidir cuándo conviene asegurar a valor de nuevo y cuándo no. Esta decisión no debe basarse en intuiciones ni en lo que “se suele hacer en el sector”, sino en un análisis técnico del parque asegurado, su función en la operativa de la empresa, su evolución previsible y el perfil de riesgo del cliente.
Además, una correduría puede comparar cómo distintas aseguradoras formulan esta cláusula, qué condiciones aplican, qué límites proponen y cómo gestionan los siniestros en este contexto. Esta labor de asesoramiento resulta especialmente valiosa en activos complejos, como maquinaria a medida, bienes con software integrado o instalaciones sujetas a normativa sectorial.
Finalmente, la correduría también puede ayudar a definir mecanismos de actualización automática del capital asegurado, a establecer cláusulas específicas adaptadas al negocio y a revisar periódicamente la adecuación entre los valores declarados y la realidad operativa.
En Acodrid ayudamos a empresas de todos los sectores a optimizar sus seguros, evitando tanto el infraseguro como el sobre aseguramiento.
Si necesitas revisar tus coberturas o tienes dudas sobre cómo aplicar correctamente esta cláusula, estamos a tu disposición para realizar un análisis técnico sin compromiso.