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Coberturas cruzadas: cómo evitar lagunas entre pólizas contratadas por proveedores y tu empresa

En el día a día empresarial, muchas actividades dependen de terceros: proveedores logísticos, empresas de mantenimiento, técnicos externos, subcontratistas o freelances que se integran temporalmente en los procesos productivos. En todos estos casos, los riesgos están compartidos. Y es justo ahí donde surgen las llamadas coberturas cruzadas: situaciones en las que varias partes intervienen en una actividad asegurada, pero las pólizas no están alineadas o dejan zonas descubiertas.

Este desajuste puede traducirse en un coste económico elevado. Cuando se produce un siniestro y ninguna póliza responde —o ambas se culpan mutuamente—, la empresa puede quedarse sin cobertura real o afrontar un largo conflicto legal entre aseguradoras. Lo preocupante es que estas situaciones no siempre son resultado de una mala gestión consciente, sino de falta de revisión técnica, exceso de confianza o una visión superficial de las responsabilidades aseguradoras.

Riesgos compartidos: ¿quién cubre qué?

Una empresa que contrata un servicio de transporte externo suele asumir que el proveedor tiene sus seguros en regla. Lo mismo ocurre con un técnico autónomo que realiza tareas en las instalaciones de la empresa, o con una agencia subcontratada para ejecutar parte de un proyecto.

Pero que una de las partes esté asegurada no garantiza cobertura efectiva. Es habitual que las pólizas de responsabilidad civil de proveedores incluyan exclusiones relevantes: por ejemplo, no cubrir daños en instalaciones ajenas, trabajos con maquinaria peligrosa o errores cometidos fuera del domicilio habitual del proveedor.

Cuando ninguna de las partes revisa con detalle estas condiciones, el resultado puede ser una laguna aseguradora: un área de riesgo no contemplada por ninguna póliza, o cubierta de forma ambigua. También se dan situaciones de solapamiento, donde dos pólizas aseguran lo mismo pero se anulan entre sí por cláusulas de subrogación.

¿De verdad está todo cubierto?

En muchos contratos con proveedores se incluye la cláusula “el proveedor debe contar con un seguro de responsabilidad civil”. Aunque suena tranquilizadora, esta frase genérica tiene poco valor si no se detalla el tipo de cobertura, los capitales asegurados, el ámbito de actuación y las exclusiones.

Aceptar un certificado sin verificar estos aspectos es equivalente a asumir riesgos sin garantías reales. En sectores con alta dependencia de terceros —como construcción, logística, tecnología o mantenimiento industrial—, esta omisión puede generar consecuencias graves.

Por otro lado, algunas empresas creen que su póliza cubrirá automáticamente cualquier daño provocado por un proveedor que actúe en sus instalaciones. Pero esto solo ocurre si la póliza incluye una cobertura subsidiaria o expresa esa situación. En la práctica, muchas pólizas estándar no contemplan este tipo de casos, o lo hacen con limitaciones importantes.

Cómo anticiparse a las lagunas de cobertura

La clave para evitar estos vacíos no está únicamente en contratar más seguros, sino en coordinar correctamente los existentes. Este trabajo requiere una revisión consciente de las relaciones con terceros, tanto a nivel contractual como técnico.

Un primer paso fundamental es revisar los contratos que se firman con proveedores, subcontratas o colaboradores externos. Estos documentos deben especificar con claridad qué tipo de pólizas debe tener cada parte, durante cuánto tiempo y con qué condiciones mínimas.

Además, no basta con exigir un seguro: es necesario solicitar los certificados correspondientes y, cuando sea necesario, analizarlos con criterio. Esto implica verificar no solo su existencia, sino también su vigencia, los límites de indemnización y las exclusiones específicas.

Paralelamente, también es recomendable revisar las propias pólizas de la empresa. Muchas veces se puede incluir, sin gran incremento de coste, una cobertura subsidiaria que actúe cuando el proveedor no asuma la responsabilidad. Estas coberturas funcionan como una red de seguridad, evitando que el riesgo recaiga finalmente sobre la empresa contratante.

¿En qué sectores se generan más lagunas?

Los sectores más expuestos a las lagunas entre pólizas suelen compartir una característica: la intervención frecuente de terceros en procesos críticos. En estos entornos, hay que poner especial atención a ciertos elementos:

  • En la logística, cuando la mercancía cambia de manos varias veces, es importante definir en qué momento cambia también la responsabilidad. Si el seguro del transportista cubre solo desde el almacén hasta la entrega, ¿qué ocurre si hay una manipulación incorrecta en una plataforma intermedia?
  • En servicios técnicos, cuando un autónomo repara una máquina dentro de la planta de producción, hay que confirmar que su póliza cubre daños causados en instalaciones ajenas, y que la empresa cuenta con cobertura propia ante fallos del proveedor.
  • En subcontrataciones de proyectos, la coordinación aseguradora debe contemplar tanto la ejecución como los posibles perjuicios causados a terceros (clientes, usuarios, etc.), ya que las responsabilidades pueden ser solidarias.

Una forma efectiva de minimizar estas lagunas es establecer protocolos internos que obliguen a revisar los certificados de seguro antes de firmar cualquier contrato, con una plantilla de criterios mínimos. Esta práctica se puede automatizar o delegar, pero es crucial para mantener el control del riesgo.

¿Qué papel puede jugar una correduría?

En estructuras empresariales donde se colabora con numerosos actores externos, coordinar coberturas no es tarea sencilla. Una correduría con enfoque técnico puede ser un apoyo valioso en este proceso. Más allá de gestionar pólizas, puede asumir funciones como:

  • Analizar la compatibilidad entre las pólizas propias y las de proveedores.
  • Diseñar programas aseguradores que contemplen escenarios de corresponsabilidad.
  • Sugerir cláusulas contractuales para reforzar las garantías.
  • Gestionar los certificados de seguros de terceros de forma centralizada.

Esta labor no solo reduce la exposición al riesgo. También optimiza el coste asegurador al eliminar duplicidades y permite actuar con mayor seguridad jurídica ante un siniestro.

¿Cómo te puede ayudar Acodrid?

Las coberturas cruzadas son uno de los aspectos más delicados y menos comprendidos en la gestión de riesgos empresariales. Confiar en que “el otro tiene seguro” sin verificarlo puede ser tan arriesgado como no estar asegurado en absoluto.

Evitar lagunas entre pólizas no es una cuestión de buena fe, sino de revisar con precisión técnica las coberturas implicadas en cada relación contractual. Cuando tu empresa depende de terceros para funcionar, también depende de cómo estén asegurados.

¿Te preocupa que tus proveedores no tengan bien cubiertos sus riesgos? En Acodrid podemos ayudarte a revisar, coordinar y mejorar tu estructura aseguradora para evitar sorpresas y proteger de verdad tu negocio.

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